
Tras el salto podrás
ver un vídeo publicado precisamente por la Universidad de Colorado (una de las
colaboradoras del proyecto), en el que muestra cómo funciona el casco de
control que se comunica con el exoesqueleto -además de varias imágenes
conceptuales del proyecto. Este, impreso en 3D capa por capa, se encarga de
monitorizar la actividad cerebral y transformar las señales en impulsos eléctricos
que son recibidos por la estructura robótica para la ejecución de los
movimientos deseados.
La idea es que esos
movimientos sean además devueltos al sujeto después, de forma que pueda llegar
a "sentir" lo que hace. "Cuando la persona toque el suelo,
cuando la rodilla de la vestidura robótica se mueva, los sensores táctiles
harán que estas señales generadas en el robot regresen al sujeto a través de
una camiseta que transmite estas señales de vuelta a la piel de los brazos o
del dorso, donde la sensibilidad se haya mantenido intacta", apunta Miguel
Nicolelis, neurocientífico al frente del proyecto. "No queremos que
alguien que esté usando el exoesqueleto tenga que estar con la cabeza agachada
mirando al suelo todo el tiempo".
Para que entiendas
mejor todo lo que conlleva esta ambiciosa iniciativa, te dejamos también una
interesante entrevista a Nicoleis -activa los subtítulos para leerlos en
español-, en la que el doctor cuenta muchos más detalles sobre el proyecto,
cuánto tiempo llevan trabajando en esto o sus objetivos, entre otros muchos
aspectos. No te lo pierdas.
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